El entusiasmo
debemos alimentarlo y
cuidarlo.
Reconociendo con humildad
que nos ha llegado
como un sorprendente e
inesperado don.
***
Cuidar siendo compañía,
abrazo, lumbre,
a quien está herido
por la ausencia, la
desilusión.
Por la noche de la soledumbre.
***
Es necesario mirar con
atención.
Pero también es importante
dejar que también nos miren,
para recobrar el color, el
sabor, el calor.
***
Los manantiales de la
sensibilidad,
la atención y el cuidado
desembocan en el ancho río
de la bondad del corazón.
***
Hay que buscar siempre,
para no quedarnos paralizados,
satisfechos.
Pero también hay que saber
cómo, dónde
y por qué caminos hacerlo.
***
De lo que no sabemos,
lo que únicamente vislumbramos
o intuimos,
es mejor, la mayoría de las
veces,
mantener un humilde silencio.
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