En su interior se movía suave
o impetuoso,
resonando siempre, el mar.
Las olas acudían a dibujar
cada mañana
una sonrisa de espuma en su
semblante.
Otras veces anegaban sus ojos
y bajaban por los surcos de su
rostro
sanando, con un bálsamo de
agua y sal,
antiguas y hondas heridas.
*
Para poder llegar el cielo de
la plenitud,
solo se puede descender por el
paseo de la humildad,
atravesando la calle de la
cotidianidad,
rodeando la plaza de la
realidad
hasta aparcar en la avenida
del corazón fraterno.
*
En medio de las dificultades
diarias,
de la enfermedad, los
sufrimientos
y las noches oscuras de la
existencia,
junto a otros momentos de
alegría y felicidad,
lo verdaderamente difícil es
creer
que provenimos del hontanar de
donde mana la vida
y que estamos llamados
a seguir recreando de alguna
forma la vida.
*
Cada día a tu lado
es como un nuevo comienzo
para aprender a vivir en
plenitud.
*
Hay algunos acontecimientos
que marcan profundamente
nuestra existencia
y que no dependen de nosotros.
En esos momentos reconocemos
nuestra vulnerabilidad.
Entonces el silencio es la
única respuesta,
ante lo que no comprendemos
y nos deja sin palabras.
*
Felices serán quienes
ascienden
por la ancha y sorprendente
escala del encuentro
inesperado.
Dichosos quienes desciendan
hacia la profunda alegría
de la vida compartida.
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