Hay cadenas que ahogan, que
esclavizan.
Pero hay otras cadenas que
liberan.
Son las de los sueños,
que soñándolos juntos,
re-evolucionan el mundo.
***
Si no lo tienes ya hecho,
deberías escribir tu
testamento vital.
Pero más importante aún
es escribir cada mañana
y leer cada noche
tu carta vital de la alegría
y la esperanza.
***
Las lágrimas compartidas
liberan del mar de la
desolación.
***
Cuando las palabras no sanan
la duda o el desamparo,
abre sus alas
el acogedor abrazo del
silencio.
***
Cuando al fin se dejó abrazar
por el árbol de la vida
entonó el salmo del
agradecimiento.
***
En medio de una densa niebla
se desvaneció su presencia.
Pero no dejé de caminar.
Y volví a sentir cómo me
acompañaba
de otra forma,
misteriosamente,
junto a cada una de mis
pisadas.
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