El corazón herido precisa
el bálsamo del acompañamiento,
la cura de la paciencia,
el cuidado de la escucha en
silencio.
Incluso del analgésico
de la distancia, por un
tiempo.
*
Utiliza lo mejor posible tu
inteligencia
iluminada por la prudencia de
la razón.
Pero no te olvides de que lo
que te hace
vivir y palpitar es tu
corazón.
*
Quién fuera tu nube protectora
para cubrirte durante el calor
del día,
y fuego acogedor que te diera
luz
e incendiara cada anochecer.
*
Conocerse uno a sí mismo es
necesario
para vivir con plena
consciencia
tanto de tus zonas más
luminosas
como de las más sombrías.
Pero sin quedarte prendido en
la egolatría
ni marcado por la señal de la
culpa.
*
Cuando asimiló y aprendió de
cada circunstancia
vivida, tanto en el dolor como
en la alegría, pudo decir:
“Soy al fin consciente de mis
limitaciones,
pero estas ya no me detienen
ni desalientan.
Vivo, comparto y disfruto de
cada momento de mi vida”.
*
Solo las acciones hablan
de lo que habita en tu
interior.
Las palabras superficiales
son como hojas de otoño
barridas por el frío y el
viento.
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