lunes, 3 de agosto de 2020
Lo terrible de tantas vidas
Se sentó en la playa
Tus manos ahondan
Contemplo mi púber imagen
Hoy quiero que me sientas
Deseos
Ojalá alcance mi mirada la promesa y su
horizonte,
la transparencia del cristal de mi
ventana
hecha presencia y cercanía, desde la
cima del monte
o la frondosa senda del valle que
conduce hacia el mañana.
Ojalá se desvanezcan las tinieblas más
sombrías,
los gélidos vientos del abandono y la
desolación,
con el calor de las manos que ahuyenta
las noches frías
y la pureza del abrazo que alivia la
pena y la desilusión.
Ojalá se derriben los muros de la cruel indiferencia,
se superen los miedos, las desconfianzas,
el encubrimiento,
y se recuperen el rocío de la ternura y
el don de la coherencia.
Ojalá podamos extender el bálsamo de la
justicia y la compasión,
soñar con los ojos abiertos y derrochar
pasión y sentimiento,
y entonar emocionados, mientras caminamos
juntos, una canción.
Cuando todo se vuelve incierto
miércoles, 10 de junio de 2020
Te crearon mis manos
Hay amores que duran...
Hay amores que duran
el suspiro de un gemido.
Y hay amores que permanecen
hasta el claror de las nieves
del invierno.
Cientos de flores amarillas
Quedó de pronto, como tantos otros, aislado, soportando oscuras soledades y lluvias que le dejaban empapado de una descorazonadora melancolía.
Pero, sin esperarlo, en esta sorprendente primavera, le arroparon cientos de flores amarillas, que hicieron con sus caricias que le renaciera la sonrisa, bajo el tibio sol del mediodía.
Presintiendo cómo se acercaba la separación, escribió una carta al la Junta municipal para que los jardineros hicieran una excepción y le dejaran en compañía de sus nuevas amigas. Para poder despertar con alegría cada mañana, disfrutar con el crepúsculo y soñar en paz al anochecer, feliz de una amistad que por fin le hacía sentirse gozosamente acompañado.
lunes, 11 de mayo de 2020
Luciérnagas
miércoles, 6 de mayo de 2020
Durante nueve meses
Durante nueve meses fuimos acogidos
en un seno donde todo era calidez y silencio.
Después, la palabra nacida de ese silencio
nos concedió la máxima plenitud
como seres humanos en relación.
Al final la palabra callada, vivificadora,
sellará nuestra más profunda realidad
en un silencio fraterno, habitado.
Bienaventuranzas en tiempo de confinamiento
Me pregunto
Me pregunto hacia dónde se habrán dirigido los besos en los que no nos hemos sumergido, la ternura perdida tras el paso del viento, los abrazos que no me has regalado.
Me pregunto por qué resquicios habrá huido el calor con el que no te ha abrigado mi presencia, en los sueños sin pasión y las frías, desveladas vigilias sin mí.
Me pregunto si mi mirada extraviada habrá quedado grabada en algún vídeo o fotografía virtual, esperando la respuesta anhelante de la tuya.
Me pregunto si las huellas de mis pasos detenidos quedarán marchitos en una habitación de espacios infinitos, pero deshabitada sin tu figura.
Me pregunto en qué región desértica se habrá perdido el ardor de la piel, el escalofrío de los dedos errantes, el valle que conduce a la bodega de tus vinos exquisitos.
Me pregunto por la hora del reencuentro, por la suspirada calidez de tu cuerpo, por la delicada ausencia de reparos, por la divina sensación de sentir tu piel clara, desnuda.
Cuando un día se abran las puertas
Estoy hecha de retazos
Pedacitos coloridos de cada vida que pasa por la mía
y que voy cosiendo en el alma.
No siempre son bonitos,
ni siempre felices,
pero me agregan y me hacen ser quien soy.
En cada encuentro, en cada contacto,
voy quedando mayor...
En cada retazo una vida,
una lección, un cariño, una nostalgia...
Que me hacen más persona,
más humana, más completa.
Y pienso que es así como la vida se hace:
de pedazos de otras gentes que se van convirtiendo en parte de la gente también.
Y la mejor parte es que nunca estaremos listos ni finalizados...
Siempre habrá un retazo para añadir al alma.
Por lo tanto, gracias a cada uno de ustedes,
que forman parte de mi vida y que me permiten engrandecer mi historia con los retazos dejados en mí.
en un inmenso bordado de "nosotros".
No dejes que en tu corazón florezca
No dejes que en tu corazón florezca
la planta gris del desprecio,
de la inhumanidad,
con su corteza tan áspera y dura.
Permite que hunda su semilla en ti
cada primavera,
ayúdala a crecer, riega, cuídala,
y así nacerá esbelta,
tan hermosa y cautivadora
la rosa de la ternura.
miércoles, 8 de abril de 2020
A vivir
Siento que te estoy perdiendo.
A día de hoy, la mala muerte, una flor de ceniza,
en tu lecho de amor y muerte, cuando duermes
tu sueño eterno y superada ya la encrucijada:
una de dos, enamorarse o morir.
Quisiéramos volver a verte aún
en claroscuro o blanco y negro.
Clamo al firmamento sin tu latido
y tú, invisible, como un pajarillo, luz contra luz,
ya toda tu existencia salmodiando en el universo.
Sí, nos queda la música, tu música, tu eterna canción.
¡Ay de ti, ay de mí!
Como una estrella fugaz
el niño que miraba al mar, sombra en el agua,
lentamente de espuma.
Tu sueño eterno, al fin polvo enamorado.
De alguna manera quisiera ser el aire, tu aliento,
un soplo de alegría y escribo tu nombre
a las cuatro y diez, cuerpo a cuerpo,
como tú, más allá del amor.
La pasión sale a tu encuentro, tarde, muy tarde,
la locura que todo lo cura, con tus naves quemadas,
desnudo, a la intemperie.
Solo los días de amores nos cantaste:
abrázame y quiéreme con imaginación y alevosía,
cada vez que me amas, mi querencia,
imán de mujer, mojándolo todo…
De un tiempo a esta parte he comprendido
que es peligroso asomarse al interior
pero sé que me va la vida en ello.
Anda, ayúdanos a saborear
dos o tres segundos de ternura, pues prefiero amar,
y rodearme de belleza.
¿Dónde estará la verdad?
Tú nos enseñaste que la felicidad
consiste en compartir entre amigos,
en buscar juntos sin descanso rosas en el mar,
la utopía de Albanta.
Con tu existencia nos mostraste el camino
a recorrer para reconocer dónde estará la verdad,
la delicadeza, hasta poder exclamar: digo que soy libre.
Luis Eduardo, querido amigo, compañero,
descansa y continúa a nuestro lado
con tus lienzos, tu música y tu humanidad.
Nada más queda, por fin todo va bien.
Toda una vida dedicada a vivir intensamente,
pero sabiéndote de paso, de paso…
Cada mañana al despertar, a partir de ahora,
diremos agradecidamente: Aleluya.
Cada nuevo día, al Alba.
Embriagado
Su agradecida mirada nos decía
que cuando atravesara el espejo intangible del sueño,
ya no quedaría nada de su imagen.
Que durante un instante
solo podríamos contemplar
su espalda tatuada de ardientes despedidas.
Y así ocurrió.
Cuando pudimos recuperar la palabra sin llanto,
fuimos reviviendo su memoria.
Y esa evocación nos devolvió
tantos brindis y lágrimas y risas y sueños.
Porque nadie se había embriagado y bebido
con tanta intensidad su entera existencia.
Nos preguntamos si en algún momento
se diluiría su recuerdo
entre las brumas del tiempo y el olvido.
Y entonces comprendimos que nada ni nadie desaparece
cuando su mirada se transparenta
en los destellos y las resonancias
que las aguas nos devuelven
desde el curso del manantial de la vida.
Miramos desde los cristales
Miramos desde los cristales cómo fluye la corriente del río,
las hojas caídas que se deslizan sobre el agua,
la orilla frondosa que nos invita y espera enfrente,
el cielo azul o cubierto de incertidumbres.
Pero llegará, acudirá a su tiempo la luz de la alegría.
La claridad de una primavera que estalla a nuestro alrededor.
Yo me cuido y así te cuido a ti
Yo me cuido y así te cuido a ti.
Si tú te cuidas, tienes cuidado de mí.
Cuando ella o él se cuida, nos cuida a ti y a mí.
Si nosotros nos cuidamos, tenemos cuidado de vosotros.
Si vosotros os cuidáis, nos cuidáis a cada uno de nosotros.
Si ellos y ellas se cuidan, sanaremos tú y yo, nosotros y vosotros.
Y todos recuperaremos la paz, la esperanza y la sonrisa.
Un alba de dignidad y belleza
bajo la sombra de grandes árboles protectores,
la maleza alta, invasora, amenazante
y las hirientes zarzas colmadas de espinas.
Aparecen por caminos distintos
desde diferentes y alejadas procedencias,
tan peculiares y vivos los colores de sus camisas,
las miradas y el tono de sus cabellos.
Una llamada ancestral las convoca,
un eco primigenio en el que estalla
el clamor conjunto de alaridos sufrientes y lágrimas,
risas, confidencias, anhelos y gemidos.
Nada ni nadie logrará detener sus pasos,
ni siquiera el obligado, callado silencio,
la palabra lacerante, la sangre hirviendo
dirigiendo sus pasos y sus miradas
más allá del horizonte.
No son ni están todas,
es tan ancho y tan plural su mundo…
Quisieran ser una inmensa cosecha,
una tormenta, un huracán, un maremoto,
una avalancha de nieve ardiendo.
Son miles, millones de gotas únicas, hermanadas,
que se unen, cuidan, celebran y abrazan
contra el desprecio y el frío de la noche.
No llegan a ser océano, ni mar, ni río,
pero forman una creciente ola revestida de espuma.
Siguen acudiendo a la playa y a la fiesta del encuentro,
empapando la tierra de sonrisas y futuro,
pues no hay quien detenga esa lluvia fina, persistente,
contra los insultos, los odios y los muros.
Recuperan la música que las invita a danzar,
resuenan canciones, vuelan mariposas, pañuelos y abrazos,
y se sienten felices, cómplices, unidas,
como hermosas y abiertas flores violetas,
llamando a despertar el alba de la dignidad y la belleza.
Me dejaré siempre en la copa...
Me dejaré siempre en la copa un último sorbo de vino
para brindar por lo que me fascine en cada momento,
ese instante bañado por el sabor inefable, divino
de la sorpresa, la intimidad y el estremecimiento.
Y dejó alejarse...
Nadie pudo arrebatarle
Nadie pudo arrebatarle
esa extraña y persistente luz
que desprendía su mirada.
No fueron capaces las horas interminables,
ni los días en que la soledad y el silencio
le ahogaban tras un muro de oscuridad y miedo.
No le despojaron de su dignidad
los desprecios y tormentos,
los disparos que fingían arrebatarle la vida
o el hambre que roía sus entrañas,
las noches gélidas sin caricias,
solo abrigado por lágrimas y recuerdos.
No le desposeyeron de su interior sonrisa
ni los árboles que le dieron la espalda,
ni las cartas que no le entregaron,
ni la altivez del menosprecio.
No le arrancaron la flor de la confianza
ni las banderas que desgarraron
a fuerza de terror impuesto,
ni la ilusión de un alba compartida,
ni los cuerpos fraternos desaparecidos
en las cunetas de los caminos y el destierro.
No quebraron el cristal de sus sueños
bajo los días grises y los despojos,
ni la ilusión de volver a amar con pasión,
ni las brasas que siguieron ardiendo
porque no lograron extinguir sus rescoldos.
Como una gaviota siguió surcando el azul del cielo,
porque aunque aquel mar del pasado
quedó vacío, doliente, reseco,
nada ha logrado impedir
que alce al alba, cada día, su libertad en vuelo.
Puedes
Puedes caminar por las calles,
como si para ti estuvieran vacías,
sin percibir los cuerpos yacentes, doloridos,
las manos extendidas.
Puedes deslizarte de puntillas,
para no escuchar ocultos lamentos,
sin prestar atención a la carne suplicante,
sufriente, estremecida.
Puedes incluso sobrevivir saltando
sobre charcos de sangre,
sin que te aflijan amargas lágrimas,
húmedas miradas perdidas.
Pero también puedes dejarte interpelar
por la contemplación de la herida abierta
y aplicar el bálsamo de la ternura,
que te salvará de la voracidad desmedida
y te acercará al alba,
que renace a tu alrededor,
en tu más profundo centro, al fin,
recién amanecida.
Sin tu aliento
Olas que se desvanecen en un mar muerto,
sin rumores de espuma.
Brisa en la fría noche del tiempo,
sin recuerdos ni espinas.
Amanecer gris, inclemente,
sin la sábana tibia de tu cuerpo.
Ramas desnudas al compás del viento,
sin hojas ni fotos de recuerdo.
Calles vacías, puro silencio,
como mi vida sin tu aliento.
Caminaba sin mirar atrás
Caminaba sin mirar atrás hacia un destino incierto,
los dos con lágrimas en el corazón
y un sabor amargo de desconsuelo...
De pronto se dio la vuelta
y dibujó en el aire un letrero
que alzó entre sus brazos
y que rezaba en grandes letras luminosas:
TE QUIERO.
El joven cantor
El joven cantor
comprende que ha sido atrapado
por la brisa del amanecer
tras unos ojos oscuros
que desbordan agradecimiento,
y ha recibido un regalo:
reconocer que la vida
es puro nawal, don.
Por eso coge de nuevo su guitarra,
y canta con todo el alma Ojalá.
Para despertar el nuevo día,
porque hoy también es posible,
siempre, todavía.
Llegará inevitable en la noche
Llegará inevitable en la noche a buscarme.
Y yo me dejaré llevar dócil o con los ojos arrasados.
Pero no me podrá retener,
ni a nadie que haya amado la vida,
que haya desbordado vida,
que haya compartido por entero su vida.
Porque nuestra existencia se mece confiada
en los brazos de la Vida.
Hay recuerdos...
Hay recuerdos que encienden el breve fulgor
de una agonizante y lejana estrella que revive.
Únicamente si alumbran los caminos son dignos
de grabar sus huellas en la memoria del corazón.
una promesa hecha a los pies del lecho y su angustia,
palabras que refulgían en silencio junto al curso de un río,
manos que despejaban las dudas en un alma perdida…
que han dejado impresas en la piel y la retina
las hojas voladas del calendario y sus cenizas,
las brasas guarecidas al abrigo de una gélida anochecida.
en las sombras que acompañan, en los pasos detenidos.
A veces el tiempo tropieza en el ánimo fatigado,
pero aún le respira el aliento en su mirada de niño.