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miércoles, 8 de abril de 2020

Nadie pudo arrebatarle

Gaviota Ceu Azul - Foto gratis en Pixabay

A Marcos Ana

Nadie pudo arrebatarle
esa extraña y persistente luz
que desprendía su mirada.

No fueron capaces las horas interminables,
ni los días en que la soledad y el silencio
le ahogaban tras un muro de oscuridad y miedo.

No le despojaron de su dignidad
los desprecios y tormentos,
los disparos que fingían arrebatarle la vida
o el hambre que roía sus entrañas,
las noches gélidas sin caricias,
solo abrigado por lágrimas y recuerdos.

No le desposeyeron de su interior sonrisa
ni los árboles que le dieron la espalda,
ni las cartas que no le entregaron,
ni la altivez del menosprecio.

No le arrancaron la flor de la confianza
ni las banderas que desgarraron
a fuerza de terror impuesto,
ni la ilusión de un alba compartida,
ni los cuerpos fraternos desaparecidos
en las cunetas de los caminos y el destierro.

No quebraron el cristal de sus sueños
bajo los días grises y los despojos,
ni la ilusión de volver a amar con pasión,
ni las brasas que siguieron ardiendo
porque no lograron extinguir sus rescoldos.

Como una gaviota siguió surcando el azul del cielo,
porque aunque aquel mar del pasado
quedó vacío, doliente, reseco,
nada ha logrado impedir
que alce al alba, cada día, su libertad en vuelo.

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