aún reconocen su contorno, su
figura,
el perfil que reflejan ellas
mismas
sobre el oscuro y, a veces, ardiente
asfalto de la vida.
Pero hay sombras que se
diluyen en su propia noche.
Desaparece entonces su perfil,
su silueta,
aquel permanente doble que un
día fue,
dejando a alguien desamparado,
sin su otro yo,
sin su tibia e ineludible
compañía.
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