He andado muchos caminos
he abierto muchas veredas…
(Antonio Machado)
Mi corazón ha transitado sin sosiego
por las sombras del abatimiento,
por los suburbios del desespero,
atravesando ríos de sangre y cieno.
Bajo las lágrimas colgantes de los sauces,
brotan sofocantes clamores silenciosos que,
como búhos nocturnos, suplicantes,
me dirigían una mirada anegada de agua y sal.
Permanecía ausente, indiferente,
anclado en un ayer sin horizonte,
observando inasequibles cumbres,
espacios ficticios, impasibles, radiantes.
Pero la tierra fecunda y doliente,
el hedor inmoral de las cloacas,
el pan mohoso en bocas sonrientes,
me condujeron hacia la esencia de la luz.
He andado a ciegas tanto tiempo,
que cada instante es ahora un fulgor
y sus destellos me han hecho recuperar
un corazón multiplicado.
Aunque entre la alegría y el dolor
exista un límite incierto,
un solo reflejo en el espejo del agua
presagia un sorprendente don cotidiano.
Soy deudor de mil afectos, y sé que
en mis manos palpita el misterio;
pues me acompañan las huellas indelebles
que han impreso en mí su herida luminosa.
Habito al fin confiado en este frágil universo,
sin pretensiones ni desvelos,
junto a la certeza ineludible de la espina
y la fragante esencia de la rosa.
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