Me estoy acostumbrando
a disfrutar de la risa,
de la paz del instante,
de la pasión inesperada.
Me estoy acostumbrando
al paciente silencio
a la tristeza y su melancolía,
a la noche y su tenue luz.
Me estoy acostumbrando
a la caricia relajante,
a la huida sanadora,
al abrazo inesperado.
Me estoy acostumbrando
a brindar la palabra precisa,
a buscar el momento oportuno,
a saber esperar la brisa.
Me estoy acostumbrando
a recibir con serenidad
la ira o tu aliento,
el júbilo o la contrariedad,
la plenitud o la sequía,
el hambre o el deseo,
el mar o las gotas de rocío,
la herida o la dulzura.
Me estoy acostumbrando
a vivir el instante,
a no soñar más que un solo sueño,
a solicitar un respiro,
a mirar el horizonte de tu mirada,
a recuperar la sonrisa,
a disfrutar la suavidad
de tu espalda,
a sentir únicamente
lo que puedo palpar,
a anhelar, como máximo,
el amanecer o el día de mañana.
Me estoy acostumbrando
a no saber qué va a ocurrir
más allá del horizonte de este día
en el que nos besamos
y nos olvidamos de agradecer.
Me estoy acostumbrando
a la agridulce incertidumbre.
Me estoy acostumbrando a ti.
Realmente precioso y que llega hasta el fondo del alma. Hermosos sentimientos.
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