Como pétalos ajados, marchitos
fueron cayendo las promesas,
las amenazas, los olvidos,
dando a luz inéditas certezas.
dando a luz inéditas certezas.
Ni siquiera el odio prendió en su pecho,
no hubo falsas despedidas
ni pactos condenados al calvero
de su tierra vulnerada, herida.
no hubo falsas despedidas
ni pactos condenados al calvero
de su tierra vulnerada, herida.
En la puerta dejó con determinación
las maletas ya sin nombre ni tristeza.
No atendió a las promesas, la obligación,
ni siquiera a los gritos o su destreza.
las maletas ya sin nombre ni tristeza.
No atendió a las promesas, la obligación,
ni siquiera a los gritos o su destreza.
Abrió la ventana y se sentó desnuda
a contemplar la noche constelada.
Sin más deleite que la sonrisa alborada
por la complicidad de la mirada de su luna.
a contemplar la noche constelada.
Sin más deleite que la sonrisa alborada
por la complicidad de la mirada de su luna.
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